“EL BEACH VOLLEY ME LO HA DADO TODO” ENTREVISTAMOS A MIREIA CARREÑO

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Mireia Carreño es la juez árbitro del Open de Tarragona Trofeo Repsol 2018, y por eso hemos tenido la oportunidad de hablar con ella y que nos cuente su trayectoria hasta el día de hoy.
A sus 51 años esta barcelonesa ha estado en las pruebas internacionales y nacionales más importantes de la modalidad y tiene el privilegio de tener la licencia número 2 de arbitraje beach volley en España.

– ¿Cómo llegaste a ser árbitro?
Pues la verdad es que fue un poco de casualidad. Yo quería ser árbitro de fútbol para mandar, pero es cierto que en aquella época las mujeres no teníamos fácil acceder a ese mundo. Así que empecé como árbitro de vóley pista en 1989, y fue en el 92 cuando me estrené en el beach volley, durante las Olimpiadas de Barcelona. Fue la primera vez que se disputaban en los Juegos en modalidad de exhibición y se hicieron en Almería.
Después de esa experiencia, en el verano del 93, decidí ir a Inglaterra a estudiar. Estando allí, recibí una llamada, un árbitro se había lesionado y pensaron en mí, entonces pensé “esto es un tren que ha parado, y decidí montarme”.
A partir de ahí fui poco a poco hasta que llegó la gran oportunidad. Me escogieron árbitro oficial para los Juegos Olímpicos de Atlante 96’. Fuimos 14 árbitros de beach volley, 10 chicos y 4 chivas y yo fui una de ellas.

– ¿Qué supuso Atlanta 96’ profesionalmente para ti?
Yo en aquel momento pensé que no estaba haciendo nada especial, porque yo ya arbitraba a nivel internacional y estaba acostumbrada a viajar por todo el mundo. Pero años después si que me planteé que lo hice allí fue muy importante. Compañeros como Chema Padrón me han llegado a decirme que yo los abrí el camino, ahí es dónde tomé conciencia de los que hice hace 22 años en los JJ.OO.

– ¿Qué es lo que mas recuerdas de aquellos Juegos Olímpicos?

Durante de los Juegos de Atlanta hubo un atentado en hotel, y los responsables decidieron que los árbitros no podrían estar durante los partidos de su mismo continente. Por eso, durante la final tuvo la suerte de ser segundo árbitro, y eso siempre lo recordaré.

– ¿Qué cambió después de haber arbitrado los Juegos Olímpicos del 96`?
Hubo gran cambio en mi vida profesional. Pasé a ser FIVB, gracias a ese rango vas a las mejores pruebas de los campeonatos de Europa, te confiere un gran status.
En el 2013, cuando murió Mandela yo estaba en Sudáfrica pitando una final en Durban, y justo cuando volví a casa recibí una llamada de la CEV (Confederación Europea de Voleibol). Me ofrecían ser delegada arbitral. Lo pensé y decidí esa era una oportunidad que a lo mejor no volvía presentarse, así que decidí aceptar. Y hasta hoy.

– ¿En el ámbito familiar como has llevado tu carrera cómo árbitro?
Tengo tres hijos, y es cierto que cuando eres madre ya no puedes seguir arbitrando la misma cantidad de pruebas que antes. Aún así yo he viajado con mi familia por todo el mundo. Mi madre y mis hijos me han acompañado a muchas pruebas, y eso ha sido un gran privilegio. Gracias a mi madre he podido tener cerca a mis hijos mientras viajaba, de hecho, es muy querida entre los jugadores. Siempre me preguntan por ella a todos los sitios que voy, ha sido como una “abuela” para muchos de los jugadores.

– ¿Cómo ves el Madison Beach Volley Tour?

A lo largo de mi trayectoria he visto como el beach volley ha tenido una época muy buena, luego pasó por una peor, pero en estos últimos años sí que he visto una evolución muy favorable. Madison Beach Volley Tour se ha encargado de que las pruebas cada vez sean de más días. Los montajes son muy buenos y de hecho, no tienen nada que envidiar a las pruebas del Europeo.

– ¿Qué consejo darías a los futuros árbitros de beach volley?

Lo primero de todo, que este deporte hay que amarlo, a mí me lo ha dado todo. Muchos empiezan por dinero, pero te tiene que gustar si quieres seguir día a día en la pista. Hay que se conscientes de que hay veces que el día de torneo ni siquiera hay tiempo para comer. Otro consejo que doy es que tienen que tener claro que un buen árbitro tiene que pasar desapercibido, y se tiene que encargar de que todo fluya en la pista.
Y que cuando te entra el gusanillo, cuesta que se vaya.