Siempre van juntos y siempre están juntos. No hacen nada el uno sin el otro. Si uno da un paso, el otro le sigue y si uno toma una decisión, el otro le apoya y se embarca en la aventura que hayan decidido. Son igual de conocidos en el mundo del voleibol que en el de la agricultura en Almería. Son muy parecidos entre ellos, tanto que son hermanos. Y juntos llevan desde su propio invernadero hasta el mismo camino recorrido en el mundo del arbitraje del vóley.
Son Javier y Juan Pedrosa, almerienses de nacimiento, agricultores de profesión y árbitros de voleibol por vocación. Todo lo hacen junto al otro, lo que demuestra la unión que tienen entre ellos. A muchos partidos de voleibol y torneos de vóley playa del circuito Madison Beach Volley Tour van juntos y esa cohesión la extienden también hasta el mundo laboral.
“Tenemos un invernadero que ahora mismo lo llevamos entre los dos, tenemos dos hectáreas y ahí vamos con nuestros tomates, nuestras sandías”, comenta Javier. “Ahora estamos empezando con los tomates, en el mes de agosto tenemos trabajo a tope que está recién plantada la cosa, y exportamos tanto dentro como fuera de España”, añade su hermano Juan.
El invernadero es lo que les da de comer, pero su pasión y su “hobby” como dicen tiene un nombre muy claro: voleibol. Aún así, tienen muy claras sus prioridades y la importancia de cada cosa. “Durante la semana nuestro trabajo es sagrado. En la temporada nos resulta complicado poder salir los dos a los campeonatos, en verano es más fácil pero durante el año nos cuesta muchas veces compaginarlo. Aún así tenemos la suerte de que dependemos de nosotros mismos, somos autónomos y somos nosotros dos”, apunta Javier, dos años más pequeño que Juan.
Como bien añade, se entienden bien ya que saben compaginarse para poder cubrir todas las necesidades y tareas. “Por ejemplo, estuve en un campeonato en Madrid sub 21 y Juan se quedó trabajando y otras veces ha sido al revés. Tenemos la suerte de que nuestro día a día podemos compaginarlo con este hobby que ya es como una pasión y nos lo permite”.
Juan Pedrosa, arbitrando un partido.
El invernadero es su sustento diario, su actividad laboral actual, pero la pasión que tienen por el voleibol nació en ellos mucho antes. “Jugábamos al fútbol pero decidimos probar otra cosa y empezamos con el voleibol con 10 y 11 años. Cuando cumplimos 16 surgió la posibilidad de hacer un curso de arbitraje y casualmente me pidieron hacer de anotador”, señala Juan, el pelirrojo de los dos. “Hice el curso de vóley playa antes que el de pista y ahora llevamos 9 años pitando ambas modalidades”.
Los hermanos Pedrosa no se iniciaron a la vez en el voleibol, sino que fue Juan el que tiró de Javier hacia este mundo. “Yo hice primero el de pista y luego el de playa, pero prácticamente empecé los dos deportes a la vez. También hicimos el de entrenador por seguir ligado a este mundo. Parecía una tontería pero se ha convertido en algo importante en nuestras vidas. Terminas la etapa como jugador juvenil, llega un momento que no vales para jugar y es una forma de seguir vinculado”, comenta Javier. Como señala Juan, con 16 o 17 años “ganas un dinerillo que gusta siempre y es una forma de engancharte. Al final se convirtió en un hobby, en aprender, en disfrutar y encima estamos los dos que vamos juntos de un lado para otro”.
Evidentemente esta labor no la hacen solos, sino que en cada torneo forman parte de un equipo arbitral que se dividen para poder cubrir todos los partidos. La suerte es que en este equipo no solo tienen compañeros de profesión, sino una vinculación mucho mayor. “En el vóley estás rodeado de amigos, lo compartimos con ellos. Lo que puede ser un sacrificio de estar un fin de semana metido en un pabellón, durante el verano venirte a un campeonato de vóley playa lo es menos cuando estás con amigos, entonces no es tanto sacrificio para nosotros”, comenta Javier.
Progreso como árbitros, ascenso a Superliga y vida en los torneos
Una persona que se inicia en la labor de árbitro de voleibol puede hacerlo para empezar a ganar un sueldo y cubrir sus gastos básicos como adolescente. Aún así, cuando la persona crece y avanza en los niveles del arbitraje comienzas a valorar los aspectos positivos y menos buenos de esta labor.
“Nosotros hemos tenido mucha suerte”, dice Juan. “Hemos ido creciendo y teniendo una aspiración cada año. Empezamos pitando municipales en Almería y fuimos avanzando hasta que nos ofrecieron hacer el curso de nacional”.
Hasta este año ambos habían llegado a arbitrar en Superliga 2, la segunda máxima categoría española, pero hace poco en casa de los Pedrosa se llevaron la mayor de las alegrías. “Este verano nos dieron la noticia de que mi hermano estará este año en Superliga y estoy súper contento porque es como si hubiese ascendido yo”, comenta Juan muy orgulloso del logro de su hermano.
Sobre el ascenso, Javier señala que va a “seguir con la misma ilusión” y Juan dice que hará “todo lo posible por intentar ascender también y seguir disfrutando”.
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Aún así, en el mundo del arbitraje encuentran ciertas dificultades o por lo menos momentos donde se comprende la dureza de esta labor. Para Juan lo peor son los desplazamientos cuando se viaja solo. “El partido ha ido seguramente bien pero no acaba cuando pitas por última vez con el silbato. Acaba llegando a casa con el coche solo a las 2 de la mañana cansado y eso es lo que llevamos peor”. Muchas veces, si no pueden ir los dos juntos, intentan que esa compañía venga desde casa para evitar tener que hacer el desplazamiento en solitario. “Le decimos a mi madre y a nuestra hermana si vienen con nosotros”.
Javier reafirma lo dicho por su hermano pero también apunta que necesitan los ratos para desconectar de toda la labor del arbirtaje. “Somos meticulosos con ciertos detalles pero hay momentos después de los partidos en los que hay que desconectar porque sino lo pasa mal”
Por ello, no tiene dudas de que los mejores ratos son cuando en los torneos o partidos “tienes una persona conocida y al final de la jornada puedes tomarte una cerveza tranquilamente” para así poder hablar de los temas que les gusta tanto a ellos como a sus compañeros de arbitraje.
Aún así, muchas veces también les toca viajar al mismo torneo y evidentemente no hacen vida por separado. “Siempre que coincidimos es hacer el viaje juntos, estar juntos y dormir juntos. El año pasado en este campeonato pitamos la final masculina y tuvimos la suerte de que nos designaron juntos. Eso era la felicidad máxima. Comentamos también después los errores o aspectos que hayan surgido. De momento tocamos madera porque no ha surgido nada grave en ningún partido y nos ha ido bastante bien siempre”, comenta Juan.
Una mirada les basta para entenderse
En vóley playa hay dos árbitros en la pista, uno principal en la silla y otro en el extremo opuesto en la arena. Y como no podía ser de otra manera, muchas veces les toca arbitrar juntos, algo que les encanta porque se comunican entre ellos a la perfección. “En pista, que no tenemos las gafas de sol, con una mirada ya sabemos que algo pasa, que algo no nos gusta o que no es normal. En vóley playa con un gesto nos entendemos perfectamente y es con la mejor persona con la que puedo pitar porque nos vamos a entender y vamos a disfrutar”, asegura Juan.
“Es curioso porque no todos los compañeros miran igual”, dice Javier. “Hay veces que cuanta más relación tienes fuera de la pista luego en la pista no tienes por qué entenderte, pero no es nuestro caso. Nosotros la verdad que nos entendemos muy bien arbitrando”.
Javier Pedrosa, como árbitro principal durante un encuentro
El voleibol tiene dos disciplinas muy diferenciadas, en la playa y en la pista, y dado que ambos arbitran en las dos modalidades es inevitable preguntarles cuál de las dos prefieren. “Son deportes distintos”, dice Javier. “Siempre hemos jugado en pista, pero en los últimos años tal y como está organizado el circuito Madison Beach Volley Tour llama mucho la atención”, comenta Juan.
Según Javier, el vóley playa “tiene algo” que les llama “mucho la atención”, también por la organización de los torneos MBVT. Nos encanta como está montado, el ambiente, la gente, estamos súper a gusto con todos los trabajadores del circuito y eso hace que le hayamos cogido al vóley playa un cariño muy especial. Es difícil elegir porque durante pocos meses puedes disfrutar del vóley playa, en cambio la temporada de pista es bastante más larga. Eso hace difícil poder elegir el vóley playa pero realmente le tenemos un cariño muy especial, a este tipo de torneos y al circuito Madison”.
Juan, por su parte, valora el poder trabajar y aprender de árbitros muy reconocidos en el mundo del voleibol. “Que nos llamen para poder pitar con árbitros como Quim o como José María Padrón, que ha pitado una final olímpica, nos llena mucho para seguir tirando por el vóley playa y seguir disfrutando. El circuito Madison estamos muy contentos, hemos podido disfrutar en Melilla, Isla Canela y Fuengirola donde nos han tratado súper bien y sobre todo el ambiente que se forma con los trabajadores y con todo el mundo”.
Objetivos de futuro
Sobre los objetivos que tienen para el futuro, no quieren correr ni ponerse expectativas demasiado altas. “Nos gusta ir día a día”, dice Javier. “Queremos aprender y disfrutar en cada campeonato”, apunta Juan. El pequeño de los Pedrosa asegura también que se sienten “privilegiados por haber conseguido ciertos ascensos de forma rápida” y poder arbitrar partidos que no imaginaban cuando empezaron este camino. “Seguimos paso a paso”, concluye.
“El año pasado tuvimos la oportunidad de pitar un WEVZA sub 18, pero a nosotros según nos vayan ofreciendo y designando vamos a aprender y disfrutar en cada campeonato. Es nuestro hobby, que puede ser un poco friki pero es nuestro hobby”, finaliza Juan.
El año que viene harán una década desde que comenzaron a arbitrar en ambas modalidades. Todo el recorrido construido hasta ahora seguro que sigue ‘dando sus frutos’ en el futuro, nunca mejor dicho en su caso, para estos hermanos almerienses que hagan lo que hagan no tienen dudas de cómo lo realizarán: siempre juntos.