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La Cumbre del Clima de Madrid, la COP25, finalizó esta pasada semana varios días después de la fecha previamente fijada, donde los países participantes llegaron a un acuerdo para involucrarse más y proponer planes de reducción de contaminación más ambiciosos con el fin de responder ante la emergencia climática que está viviendo el planeta en estos momentos.

En términos generales del acuerdo, denominado ‘Chile-Madrid Tiempo de Actuar’, el comunicado de prensa de la organización señala que el propio acuerdo pide que se incremente la ambición de los países y de los compromisos que adopten para luchar contra el cambio climático en 2020, siguiendo el calendario marcado en el Acuerdo de París.

El acuerdo también resaltaba la “urgente necesidad” para que los nuevos compromisos que se presenten reduzcan el camino que hay aún por delante para acercarse a los objetivos del Acuerdo de París. Además, el acuerdo remarcaba la necesidad de que los nuevos compromisos que se planteen deben ser “coherentes con lo que dice la ciencia y exige la gente en la calle”.

En cuanto a los actores no gubernamentales, el acuerdo reconoce la acción climática de estos y les invita a que “la incrementen y generalicen estrategias compatibles con el clima”. Además, las partes que han trabajado en este acuerdo se comprometen a “trabajar y profundizar en las respuestas a los daños irreversibles que provoca el cambio climático en los países más vulnerables”.

Además, este acuerdo también refleja un pacto de un nuevo ‘Plan de Género’ que dé respuesta al efecto desigual que se da en el cambio climático en las mujeres y las niñas. Por último, los países que han participado en la COP25 se han emplazado a trabajar en diseñar mecanismos de mercado en la próxima COP26 de Glasgow (Escocia), con el fin de evitar una doble contabilidad, que sirvan de ambición para el acuerdo de París y que garanticen la integridad ambiental del sistema.

El cuidado de los océanos y la concienciación sobre su preservación es un tema muy importante en el que todos debemos poner nuestro granito de arena para evitar que se sigan contaminando, que siga apareciendo basura en ellos y que las especies que viven en ellos no sufran y puedan vivir en su ecosistema sin ningún tipo de perjuicio para ellos.

Aún así, hay informes que siguen arrojando datos preocupantes y es necesario tomar acciones para evitar que nos quedemos sin tiempo de reaccionar y que sea demasiado tarde. De este modo, el informe ‘La desoxigenación de los océanos: un problema de todos’, elaborado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y presentado en el marco de la Cumbre Mundial del Clima de Madrid, expone que el oxígeno del océano ha dismunido un 2% entre 1960 y 2010.

Este es un dato muy preocupante que nos debe hacer ser conscientes a todos de los problemas que está ocasionando el calentamiento global y el cambio climático en nuestro planeta, además del uso excesivo de plásticos y la cantidad de residuos que acaban cada año en los mares y océanos de nuestro planeta.

Este informe, además, apunta que para el año 2100 se prevé una dismunución de entre el 1 y el 7% del oxígeno existente en los planetas y que todos estos procesos se están viendo afectados por “el calentamiento y la acidificación de los océanos causados por el aumento del dióxido de carbono provocado por las emisiones antropogénicas, así
como con las consecuencias biogeoquímicas relacionadas con la fertilización antropogénica de los océanos”.

El estudio añade, además, que la disminución del contenido de oxígeno en los océanos “puede afectar a los ciclos de nutrientes oceánicos y al hábitat marino, con consecuencias potencialmente perjudiciales para los ecosistemas, las personas que dependen de ellos y las economías costeras”.

La desoxigenización de los océanos tiene consecuencias muy graves en este ecosistema y en todas las plantas y animales marinos que viven en él. Entre los resultados que esto puede conllevar, destacan la pérdida de biomasa, de biodiversidad, de hábitat y la alteración de la energía y los ciclos geoquímicos.

La pérdida de biomasa puede conllevar, según este estudio, a la mortalidad directa de especies pesqueras y de presa; la pérdida de biodiversidad a la mortalidad de especies sensibles y a encontrarnos una diversidad reducida; la pérdida de hábitat resultará en el hacinamiento de organismos en hábitats subóptimos y un mayor riesgo de mortalidad por depredación natural y presión de pesca; y la alteración de la energía y los ciclos geoquímicos puede generar un mayor flujo de energía a través de microbios y la producción de sulfuro de hidrógeno tóxico, entre otras cosas.

De este modo, el programa Olas Vivas, un proyecto de la Fundación Biodiversidad para el Ministerio para la Transición Ecológica, trata de concienciar a la población y a los jugadores y aficionados del MBVT en cada torneo sobre la importancia de cuidar las costas y los mares. También de preservar las zonas del litoral y de realizar acciones que ayuden a conservar y mejorar estos hábitats, además de a adquirir hábitos de reciclaje y por supuesto de recogida de todo tipo de residuos que generemos cuando acudimos a una playa.